La práctica de deporte en las mujeres embarazadas ha ido aumentando a lo largo del tiempo. Se ha demostrado que aporta muchos beneficios y disminuye el riesgo de sufrir complicaciones.

A la hora de comenzar un programa de ejercicio físico, debemos tener en cuenta las siguientes consideraciones:
- Indicación médica
- Realización de una valoración inicial
- Prestar atención a las señales de alarma para detener el ejercicio físico.

¿Cuáles son estas señales?
- Hemorragia vaginal.
- Pérdida de líquido amniótico.
- Dolor abdominal no explicado.
- Disminución de los movimientos fetales.
- Edemas súbita en miembros superiores, inferiores y en la cara.
- Cefaleas o alteraciones visuales.
- Taquicardias frecuentes.
- Excesiva fatiga, palpitaciones o dolor torácico.
- Evita el dolor de espalda.
- Mejora las capacidades metabólicas, cardiopulmonares y reduce el riesgo de diabetes.
- Mantenimiento de un buen estado físico.
- Mejora el concepto de imagen corporal.
- Mejor función cardiovascular.
- Control de peso.
- Mejora el estado mental.
- Partes más rápidos y con menos complicaciones.
- Mejor recuperación posparto.
- Menos índice de partos distócicos.
- Se realizarán ejercicios enfocados al momento del parto.
- Trabajaremos todo el cuerpo, pero principalmente nos centraremos en la pelvis con sus grupos musculados y articulaciones.
- En las sesiones se hará trabajo aeróbico, de fuerza, de elasticidad y respiración.
- Se hará una entrevista previa con la embarazada.
- Se adaptará cada ejercicio a la embarazada, por ejemplo, si una mujer está al final, haremos que se mueva más para facilitar la llegada del parto.
- Se puede iniciar el ejercicio a partir de las 14 semanas.